Cuando vuelvas a sentir, recuerda cómo se alargaban las noches cuando me llamabas fuego.
Ahí me observas, me defines impasible ante los eventos que acontecen y cuesta alejarse cuando el aire es fresco y el beso es sincero.
Recuerdo pedirle al universo, desear sin descaro cada mañana, no rendirme porque la soga no me completa. Siempre recuerdo lo que siento bien adentro, lo rescato fácil y sereno, me rindo al respeto de lo que, en realidad, vine a ofrecer. Aprendo cada día a poner mis propias cursivas, a acaecer en mis cabellos de oro donde el sol descansa sin remedio y sonríe. Y bailo con el sol, tengo a la luna brillando en mi espalda y mientras tanto trabajo en escribirme por las dualidades y contrariedades con las que, interiormente, nos encontramos cada día, cada uno de nosotros, y que merecen tiempo, amor, respeto. Pararse a pensar sobre el propio pensamiento, reconocer los bloqueos y atenderse para poder -ayudar-.
Es recíproco lo que reflejo, el panorama se reubica de forma mágica y transparente a mis ojos. Lo que siento es un vaivén de personalidad.
Solo veo billetes de ida. Funambulista de emociones, sol de cualquier día tuyo. Sonrisa que siempre me acompañas, mantente fuerte porque el momento lo requiere. Se me han presentado, de golpe y sin intuirlo, misiones que ahora son propósitos en mis días, llevándome a actuar de otras muchas maneras diferentes… Álamos en mi camino siempre presentes, paseos interminables a solas conmigo, con tantas caras anhelando verme. Esquivamos rayos desde que nos levantamos, son necesarias las retiradas, el viajar sin pensar lo que te encontrarás.
Gracias por encontrar a seres que son complementos necesarios, apareciendo en el momento justo e idóneo, feroz la sensación de conexión. De sentirnos en un juego que merece la pena, sin saber hacia dónde vamos, el presente baila en nuestras manos; tan intenso como la escarcha en tu pecho cuando no aguantas y experimentas el sin-sentido.
Exigimos porque anduvimos sobre aristas y los pies sangraron de dolor, la rabia que no sabemos controlar. Al final, por mucho que nos eduquen en evitar la tormenta, la vida te arrastra y te eleva, es fuerte y te hace hablar con la muerte. Tu cuerpo se bifurca y llegas a ver la luz con tanto brillo, que luego todo te parece leve y sencillo.
Desear alejar el zoom y sumirte en una profundidad íntima, alterar tus sentidos para percibir de manera distinta. Evolucionar dentro de una misma es el mayor viaje de una vida.
a menina,
A menina abre os olhos para o amor, para dimensões infinitas que ela não entende, mas nas quais acredita.